Seguidores

sábado, 15 de enero de 2011

Perdido.

El era de ese tipo de personas bohemias, soñadoras y extremadamente románticas. Era apreciable, estaba  completamente loco por volver amar, por sentir ese vuelco al corazón cuándo el amor aparece.

Sin embargo, llevaba buscando en las frías noches invernales unos labios de carmín rojo que besar; que le dijeran: esta noche quédate, una mirada que le hiciera estremecer, un cuerpo en el que perderse. No tenía preferencia alguna, simplemente necesitaba calmar esa soledad que tanto despreciaba y la misma a la que tenía un pánico aterrador. Pero a pesar de ello, seguía sintiéndose completamente vació.

En ninguna figura, en ningún rostro había vuelto a apreciar ese aspecto angelical.


1 comentario:

Fabio Dacosta dijo...

Hay veces que las personas dejan de lado sus principios o sus ganas de hacer las cosas bien para sentirse, por lo menos, algo activos. Muchas veces aquellos que buscan el amor en todas partes abandonan su búsqueda para saciar su sed con un desconocido o desconocida en un bar. Y eso no es, para nada, algo reprochable.