Estaba distante, como un planeta solitario y errante. Sus silencios se sucedían cada vez con más frecuencia. Posiblemente había encontrado una nueva fuente de energía o un flamante carburante, que le hiciera desprender e irradiar aun más luz en cada uno de sus movimientos. O simplemente, una estrella embaucadora, que tarde o temprano dejaría de brillar dejando tras su paso una inmensa y fúnebre oscuridad.
1 comentario:
¡Hágase la luz!
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